La experiencia alemana de la Primera Guerra Mundial mostró un papel importante de los lanzadores de minas y morteros en las operaciones de infantería. Ya a principios de la década de 1920 aparecieron diseños de nuevos morteros basados en las lecciones aprendidas de la Gran Guerra, pero entraron en producción a principios de la década de 1930. Estamos hablando aquí principalmente sobre el mortero. 8 cm Granatewerfer 34 , que fue el mortero básico de la infantería alemana durante la Segunda Guerra Mundial y el menos exitoso Leichter Granatwerfer 36 de 5 cm. En 1939, sin embargo, el pesado mortero Nebelwerfer 35 se introdujo en servicio con unidades de infantería, y en 1942/1943 se complementó por 12 cm Granatwerfer 42. Las tácticas de infantería alemana consideraban los morteros como un medio muy importante de apoyo al ataque y la defensa, que debían trabajar en estrecha colaboración con las ametralladoras. Vale agregar que los equipos de la división de infantería alemana movilizados como parte de la llamada En la 1ª oleada, en septiembre de 1939, había 84 morteros ligeros de 50 mm (lanzagranadas) y 54 morteros de 81 mm.
Basado en la experiencia de la Primera Guerra Mundial, el ejército alemán prestó mucha atención al desarrollo de ametralladoras de infantería ligera y pesada en el período de entreguerras. El resultado de estos esfuerzos fue la introducción en servicio en 1934 de la exitosa ametralladora MG34, que reemplazó a los rifles MG08 o leMG 08/15, menos prácticos y mucho más pesados. Durante la Segunda Guerra Mundial, se introdujo otro diseño igualmente exitoso, pero más barato de producir: el MG42. Ambos fusiles fueron de facto las ametralladoras básicas de la infantería alemana y los granaderos acorazados durante la Segunda Guerra Mundial. Su altísima cadencia de tiro y sus elevados parámetros balísticos significaban que se percibían como el arma de apoyo básica a nivel de pelotón o compañía y, a menudo, incluso de un equipo. Curiosamente, gracias al peso relativamente bajo, podrían usarse con éxito tanto en ataque como en defensa. Muy a menudo, en el curso de las operaciones de combate, al soldado responsable de dar servicio a la MG34 o MG42 se le asignaban de 2 a 3 municiones para garantizar que el resto del equipo disparara ametralladoras sin interrupciones.