La intervención en Irak en 2003, también conocida como la Segunda Guerra del Golfo, desde un punto de vista puramente militar, fue todo un éxito. Sin embargo, casi inmediatamente después de su finalización oficial en mayo de 2003, muchos problemas comenzaron a acumularse ante las unidades estadounidenses. En primer lugar, el comando estadounidense involucró significativamente menos fuerzas en la Segunda Guerra del Golfo que en el conflicto de 1990-1991, lo que resultó en la incapacidad de estas fuerzas para cumplir con sus tareas de limpieza y "ocupación". Esto a su vez significó que durante la primera semana después del final de la guerra en Irak, hubo un caos administrativo y organizativo de gran alcance, lo que facilitó la incautación de armas (a menudo abandonadas por el ejército iraquí regular) por todo tipo de partisanos, terroristas organizaciones y todo tipo de organizaciones que se oponen a la presencia de tropas extranjeras en Irak. Vale la pena agregar que después de mayo de 2003, todo Irak se dividió en cuatro zonas: norte, centro, centro-sur y sur, donde estaban estacionadas las tropas de la coalición compuesta por estadounidenses, británicos, polacos y soldados de muchos otros países. La llamada el proceso de normalización y estabilización de Irak. La administración civil de Irak, por su parte, hasta junio de 2004 estuvo en manos del diplomático estadounidense Lewis Paul Bremer. A partir de ese momento pasó a manos del gobierno interino iraquí encabezado por Iyad Allawi. Sin embargo, siendo realistas, en 2003-2011 hubo una guerra de guerrillas en Irak, que desestabilizó el país y obstaculizó cualquier proceso de modernización o democracia. En su transcurso, las tropas estadounidenses perdieron unos 3.500 muertos y unos 52.000 heridos. El número más bajo de civiles iraquíes asesinados es de unas 23.000 personas, la estimación más alta es de cientos de miles de personas...